El obispo levanta la obligación del domingo: ¡Crece el miedo a la política de Trump!
El obispo Duca levanta la obligación dominical de proteger a los creyentes por temor a las deportaciones. Discusión sobre las políticas de Trump y sus consecuencias.

El obispo levanta la obligación del domingo: ¡Crece el miedo a la política de Trump!
En Estados Unidos, la Iglesia católica ha encontrado soluciones creativas para hacer frente a la creciente inseguridad entre sus fieles. El obispo Michael Duca de Baton Rouge ha levantado el requisito del domingo para los católicos amenazados. Esto se produce en medio de una mayor actividad de ICE en Luisiana, que está avivando el miedo entre muchos creyentes. Se anima a aquellos que no pueden asistir a los servicios religiosos por miedo a las redadas a orar en casa con sus familias. catholisch.de informó. Duca describe la situación como un “clima preocupante de miedo e incertidumbre” en las comunidades.
La Asamblea de Obispos de EE.UU. ya se había pronunciado en noviembre en gran medida contra la política migratoria del presidente Donald Trump. Según un estudio reciente, uno de cada cinco católicos en Estados Unidos corre riesgo de ser deportado o vive en un hogar en el que este es el caso. Estas cifras alarmantes resaltan cuán urgente es la situación, especialmente para las comunidades católicas hispanas.
Medidas preventivas en Europa
Gracias a esta norma, los creyentes en la República Checa pueden asistir a la misa de víspera o participar en la liturgia de la palabra, si no hay misa en su parroquia. Este manejo flexible muestra cuán flexiblemente reacciona la Iglesia Católica a los desafíos que surgen del cambio social.
Reflexión sobre los efectos
La Iglesia católica se encuentra actualmente atrapada en un acto de equilibrio entre la tradición y la necesidad de responder a las preocupaciones de sus miembros. El espacio de discusión y flexibilidad es más importante que nunca para ofrecer a los creyentes un hogar espiritual a medida que las condiciones sociales continúan cambiando.
El desafío ahora para las comunidades católicas en Estados Unidos y Europa es encontrar una manera de recuperar la confianza de los creyentes y garantizar la seguridad en sus prácticas religiosas. Estos desafíos requieren que los líderes de la iglesia y los creyentes trabajen en estrecha colaboración para encontrar una solución común basada en la comprensión y la protección.