Revela en el caso Plaga: como operado una red penal
Revela en el caso Plaga: como operado una red penal
En Ecuador, la policía ha descubierto una extensa conexión criminal que anidaba el sistema judicial y penitenciario. Esta pandilla, compuesta por jueces, abogados, oficiales de policía y otros empleados del sector público, fue acusada de utilizar documentos legales y médicos falsos para permitir penales peligrosos como los grupos "Los Choneros" y "Los Lobos".
La investigación se basó fuertemente en las declaraciones de Omar Jarrín, un ex empleado del Servicio Nacional de Prisiones Públicas (SNAI), que se desempeñó como testigo clave. Jarrín habló en la corte y describió cómo una red operaba dentro de las cárceles, lo que se había establecido la tarea de llegar específicamente a la liberación de delincuentes encarcelados al sobornar a los jueces y la falsificación de documentos importantes.
La funcionalidad de la red
Jarrín describió que en la segunda mitad de 2022 trabajó en la prisión de Turi, que estaba bajo la influencia de "Los Lobos". Se desarrolló una práctica allí en la que los jueces fueron sobornados para dar ventajas a los prisioneros. Jarrín fue responsable de los aspectos legales en prisión y descubrió que bajo el pretexto de verificar los documentos médicos, se estableció un sistema para disfrazar las actividades criminales. Por ejemplo, los miembros de la pandilla produjeron certificados médicos falsos y explicaron que los prisioneros sufrieron enfermedades como el VIH para permitir el alta prematura.
La falsificación de los documentos fue una combinación inteligente de tecnología y tradición. Jarrín descubrió que incluso las impresoras profesionales y el software para el procesamiento de imágenes se utilizaron para la creación de certificados de descarga falsos para engañar a la apariencia de los documentos oficiales. Un truco especial era generar códigos QR falsos que se referían a un documento judicial manipulado, lo que da la apariencia de que los documentos serían legítimos.
Además de los documentos médicos, también se crearon tarjetas de identidad falsas. Jarrín explicó que cierta parte de la red, que también incluía abogados como Lenín Vimos y el ex juez Banny Molina, participó activamente en esta práctica ilegal. Estas personas no solo eran importantes para sus habilidades legales, sino también por sus conexiones con el sistema judicial. Molina, que ya estaba bajo arresto domiciliario durante la investigación, acordó ser juicios positivos por una tarifa de generadores de $ 25,000 que beneficiaron a los arrestados.
La pandilla incluso había adoptado la desventaja estratégica de hacer transacciones en pequeñas cantidades para atraer menos atención. Jarrín informó que los pagos se manejaron a través de varias cuentas bancarias que pertenecían a los parientes Molina, y que se usaron cantidades de menos de $ 5,000 para evitar signos de alarma en el sistema financiero. Era una empresa bien engrasada que podría ayudar a los trucos con un poder judicial comprometido.
Otro detalle revelador del testimonio de Jarrín fue que Armijos, otro actor principal de la red, invitó regularmente a familiares de prisioneros a hablar con su oficina para avanzar aún más en los procedimientos. Dichas reuniones podrían grabarse mediante videovigilancia, que muestra la dimensión del problema e ilustra cuán profunda se entrelazó la red criminal en las instituciones.
El procedimiento y las estructuras de este grupo han planteado preguntas alarmantes sobre la integridad del sistema judicial ecuatoriano. Estas revelaciones no solo muestran cómo se tolera o incluso se promueve el crimen dentro de los muros de la prisión, sino que también arrojan una sombra sobre el estado de derecho del estado. Las revelaciones que han salido a la luz por testigos como Jarrín ilustran la necesidad apremiante de las reformas y una revisión completa del sistema judicial y penitenciario en Ecuador.
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