Guerra de censura: cómo la polarización política amenaza la literatura infantil
Censura política en EE. UU.: La protección de los niños frente a contenidos controvertidos influye cada vez más en la literatura y los medios de comunicación.

Guerra de censura: cómo la polarización política amenaza la literatura infantil
Recientemente ha habido una tendencia preocupante en Estados Unidos: la polarización política está afectando la protección de los niños contra contenidos inapropiados en la literatura y el cine. Investigadores de la Universidad de Cornell informan que la censura del contenido político dirigido a niños ha aumentado considerablemente. Si bien anteriormente la atención se centraba principalmente en prevenir contenidos violentos y sexuales, las prioridades de los censores han cambiado.
Lo que es particularmente preocupante es que tanto los partidarios de la izquierda como de la derecha perciben el contenido político desagradable como una amenaza. Michael Macy, sociólogo, compara la situación con un “arma en la guerra cultural”. La Asociación Estadounidense de Bibliotecas documentó casi 1.300 solicitudes de censura en 2022, la cifra más alta en más de dos décadas. Los datos preliminares para 2023 sugieren que la tendencia seguirá al alza.
La censura y sus consecuencias.
En los últimos años, la censura en el campo de la literatura infantil ha cambiado significativamente. Los críticos de izquierda vilipendian los libros progresistas como racistas, sexistas u homofóbicos, mientras que los críticos de derecha atacan las obras literarias que promueven la diversidad o violan la heteronormatividad. Ambas partes están sorprendentemente unidas en su apoyo a la censura de libros infantiles que no se alinean con sus valores.
La cuestión de la censura se ve alimentada aún más por el auge de las redes sociales. Estas plataformas se han convertido ahora en un catalizador de procesos de radicalización. Según los expertos, los canales de comunicación digitales son cruciales para difundir contenidos extremistas y promover la radicalización, especialmente entre los jóvenes. A menudo se observa una estrecha conexión entre los eventos online y offline, de modo que una separación clara es casi imposible.
Radicalización en la era digital
Internet ha demostrado ser un caldo de cultivo para la propagación de ideologías extremistas. Los actores extremistas utilizan hábilmente las plataformas digitales para difundir sus mensajes y ganar nuevos seguidores. Los vídeos, las canciones y el contenido de las redes sociales son formatos populares para transmitir contenido ideológico. La dificultad es que los jóvenes a menudo no pueden distinguir entre entretenimiento y propaganda extremista.
Se podría decir: Internet no sólo simplifica la difusión de información, sino que también acelera los procesos de radicalización al permitir a los usuarios consumir contenidos sin ningún sistema de filtrado. Un gran número de usuarios jóvenes ya han tenido experiencias con comentarios de odio. Esto no sólo tiene un impacto negativo en la cohesión social, sino que también conduce a la polarización dentro de la sociedad.
Además, las grandes plataformas como Facebook, YouTube y TikTok deben moderar sus contenidos para frenar la comunicación extremista. Aún así, existen diferencias en la moderación y muchas plataformas alternativas más pequeñas permiten que el contenido extremista se difunda sin obstáculos. Estas dinámicas muestran lo importante que es actuar de forma activa y responsable en el espacio digital para proteger a los jóvenes de ideologías peligrosas.
Los desafíos que plantea la regulación del discurso de odio en línea son importantes. Para contrarrestar esto, se han introducido regulaciones como la Network Enforcement Act (NetzDG) en Alemania y regulaciones a nivel de la UE como la Digital Services Act (DSA). Sin embargo, muchos críticos temen que tales regulaciones puedan socavar el derecho a la libertad de expresión. El equilibrio entre protección y libertad debe encontrarse como una línea muy fina.
En un mundo donde las comunicaciones digitales y el extremismo político a menudo están entrelazados, la pregunta sigue siendo: ¿Cuál es la mejor manera de proteger a los niños y jóvenes respetando al mismo tiempo su libertad de expresión? Las respuestas a esto son diversas y requieren de un diálogo entre la sociedad, las instituciones educativas y las plataformas digitales.